Autor invitado: Juan José García-Noblejas.
Lo primero y principal es agradecer la invitación de José Luis para escribir aquí. Y enseguida, escribir algo no muy largo y que pueda distraer un poco en el tráfago de afanes múltiples en que todos vivimos. Un «slow post». Me explico.
Hoy he pasado por la librería «Croce» del Corso Vittorio Emmanuele romano, camino de la Universidad. Acaban de remodelar el local, e inauguran una sección llamada «Slow Book». Veo ahí algunos libros de Raymond Carver, Anton Chejov, Jack London, Raffaele La Capria, Ethan Hawke, entre otros autores.
Buena idea. Si ante el «fast food» nace el «slow food», cabe pensar que en asunto de libros, frente a los «best sellers», no están los «worst sellers», sino los «Slow Books, libros lentos«, los de régimen de venta y lectura no nerviosa, sino pausada, gota a gota, razonadamente decidida y divulgada boca a oreja. Pero esto sólo puede darse si los lectores potenciales puede ver esos libros en los anaqueles. Por eso está muy bien la sección «Slow Book» en esta librería.
Buena idea, también si se traslada a la red y a los blogs. De entrada, porque los anaqueles ya están ahí, en la red (todo está ahí). Aunque por el momento, bien es cierto que mucho de lo que se escribe y se lee en la blogosfera tiende a estar en la órbita más nerviosa y cuantitativa de los «best sellers».
Entiendo que junto al necesario «fast blogging», no está de más encontrarse alguna vez, en algún lugar recóndito de la blogosfera, la sorprendente maravilla de un «slow blog». O, en el dia a dia de un «fast blog», de repente, junto a otros «fast posts», una pequeña joya «slow post», que aquieta nuestros aceleres inmediatos y abre horizontes de infinito.
Esto no tiene nada que ver con la mística más o menos epicúrea que crece en torno al movimiento «Slow Food», una especie de puritanismo ecologista que empieza a estar de moda. Tiene que ver con que -ya lo sabemos- a veces hay que ingeniárselas para tomarse el tiempo necesario para leer y para escribir anotaciones en las bitácoras, más allá de los 50 segundos de la media de rigor. Quienes mañana serán los Carver, Chejov o London del mundo del blog, ni hoy escriben ni hoy pueden ser siempre leídos como si fueran un «page-turner» de Clancy, Cussler o Forsyth.
Hay que reducir la marcha de la producción y el consumo, al menos un poco, o de vez en cuando, como más o menos dice Carl Honoré en su libro «In Praise of Slow(ness)». Aunque este libro, esta mañana, no estaba en la sección «Slow Book». Porque es un «best seller». Paradojas del mundo en que vivimos.
En todo caso, y esto es lo que quería decir, no está de más plantearse leer y escribir algún que otro Slow Post, como en eCuaderno se viene haciendo.