Autora invitada: Gemma Ferreres.
Cuando vas a realizar una compra de un importe medianamente significativo, en algún momento, miras el precio. Es un acto casi reflejo que va acompañado de un cálculo muy rápido que te permite determinar si el artículo es caro, barato o está ajustado.
Al leer una noticia o un post siempre realizo una comprobación similar, pero en este caso lo que busco no es la etiqueta, sino la fuente.
¿Es el autor la fuente? Esto ocurre cuando la noticia es propia o se tiene un acceso privilegiado a la información. En tal caso, la siguiente pregunta que me hago es ¿hay algún interés oculto detrás? Podrían estar utilizando a esa persona e, indirectamente, a ti.
Ejemplos en los que el autor es fuente: «os presento un plugin que he programado» o «me han invitado a la presentación del libro La blogosfera hispana».
Si el autor no es la fuente, la referencia que da ¿es de confianza? ¿por qué elige esa fuente y no otra? Existen varios criterios para seleccionar una fuente:
- La primera que lo dio. Si es una exclusiva o revelación, es lo justo.
- La que mejor informa.
- Donde tú lo leíste (el famoso vía).
En este caso no hacen falta ejemplos, ya que es la situación más habitual.
Por desconocimiento, muchas personas que han comenzado a escribir en público, al crear un blog olvidan aplicar estos principios básicos.
Este post es el último de la serie que intenta aportar un poco de racionalidad a la blogosfera. Los anteriores fueron La dieta informativa y All the News That’s Fit to Print. No puedo afirmar en este momento si la trilogía se quedará como está o se convertirá en tetralogía, pentalogía…