La publicidad en los blogs, la relación entre blogs y periodismo y la ética bloguer son, posiblemente, los tres debates más recurrentes y estériles de la blogosfera. Por lo menos, en la medida en que se planteen de forma maniquea.
Es tan inviable y autoritaria la aspiración a un único código de conducta bloguer como inocente e irresponsable la pretensión de que cada bloguer puede hacer de su capa un sayo con su blog.
Los blogs son escritura pública y cada blog es una comunidad. Por supuesto que estamos sujetos a múltiples limitaciones formales e informales, por supuesto que aceptamos y asumimos múltiples códigos de conducta para funcionar en la red, por supuesto que sin acuerdos explícitos e implícitos no puede funcionar ninguna comunidad, y por supuesto que sería una barbaridad que alguien pretendiera establecer un código de conducta universal para la blogosfera.
Esta enésima vuelta de tuerca al asunto de la ética bloguer viene de la mano del Call for a Blogger’s Code of Conduct de Tim O’Reilly, precisado en su Draft Blogger’s Code of Conduct y matizado en Code of Conduct: Lessons Learned So Far.
El debate, más que en las propuestas concretas -muchas de las cuales podrían ser asumidas sin mayor conflicto- radica en la pretensión inicial de formular un código. En este sentido, la réplica de David Weinberger me ha parecido muy atinada: Code? Nah. Codes? Maybe.
En efecto, si miramos hacia atrás en la historia de la red y a nuestro alrededor en la web social, veremos que todas las comunidades online se han basado en múltiples acuerdos acerca del modo aceptable de comportarse en los espacios públicos virtuales. Vean por ejemplo, la etiqueta de la primera gran comunidad virtual: The WELL Policies and Etiquette y la clásica Netiqueta: RFC 1855 de octubre de 1995.
Todos los servicios de web social que empleamos a diario presuponen la aceptación de una reglas de juego, etiqueta, guías para la comunidad o condiciones de servicio:
Barrapunto: Barrapunto Comentarios y Moderaciones
Blogger: Política de contenido de Blogger
Flickr: Flickr Community Guidelines
Fon: Condiciones de Uso de Fon (PDF)
Fresqui: Código de Honor Fresqui
Gmail: Gmail Terms of Use
Google Groups: Términos de uso de Grupos de Google
Menéame: Comportamiento en menéame
Second Life: Second Life Community Standards
Skype: Skype Etiquette
Twitter: Twitter Terms of Use
Yahoo! 360°: Yahoo! 360° Community Guidelines
YouTube: YouTube Community Guidelines
Wikipedia: Wikipetiqueta
Windows Live: Windows Live Condiciones de Uso
Del mismo modo que sería absurdo pretender que todas estas comunidades se condujeran en función de un código de conducta central o unificado, tampoco puede pretenderse que la pluralidad de sitios y comunidades que conforman la blogosfera pueda ajustarse a un patrón de conducta centralizado.
Como tampoco es razonable la pretensión del todo vale porque es mi sitio, entonces creo que lo que cabe son múltiples acuerdos sectoriales a los que voluntariamente cada uno acabará por suscribirse en función de las comunidades a las que aspiremos a pertenecer. Es el caso de las BlogHer Network Community Guidelines (blogueras en defensa de los derechos de las mujeres) o del Media Bloggers Association Statement of Principles (bloguers que practican periodismo ciudadano). Sin ir más lejos, la adhesión voluntaria a alguna de las modalidades de licencia Creative Commons o colorIURIS, puede ser una referencia análoga.
Ya cité en El temor a la diverso a Howard Rheingold cuando sostiene en La comunidad virtual (Gedisa, Barcelona, 1996):
La comunidad en línea tiene una responsabilidad hacia la libertad que disfruta, y si quiere continuar disfrutándola, más personas deben tomar parte activa en educar a la población no técnica acerca de las diversas distinciones importantes que se pierden en los bombardeos del periodismo sensacionalista.
y remata:
Es improbable que cualquier libertad que perdamos ahora sea recuperada más adelante.
Si no somos capaces de asumir que la escritura pública y la vida en las comunidades en línea conllevan responsabilidades, entonces seguro que no faltará quien venga desde fuera con la pretensión de imponer una norma que, desde luego, no nos traerá más libertad.
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