Hasta hace relativamente poco tiempo el blogging era la expresión dominante de la participación popular en la llamada web social. Ahora, por una parte, ya no basta tener un blog, y por otra parte, ni siquiera hace falta tener un blog.
Los bloguers nos vemos envueltos en la creciente maraña de aplicaciones sociales, cada vez más y mejor integradas, y los usuarios de internet se encuentran con nuevas ventanas desde las que asomarse a la sociedad red.
El twitting, entre otras muchas cosas, es una forma de blogging simplificado (microblogging) que, aunque para los nuevos supone un acceso fácil a la publicación online (muy próximo a la mensajería instantánea), a la vez les produce frustración ya que si no hay una comunidad de followers resulta un ejercicio de comunicación estéril. Por su parte, los bloguers recrean en la twitosfera las comunidades y las relaciones que ya habían establecido en la blogosfera, por lo que su implantación es más rápida y productiva.
Precisamente una de las funciones más interesantes de Facebook es la de servir de herramienta para articular redes sociales preexistentes. El facebooking, gracias al extraordinario desarrollo de aplicaciones externas, se está convirtiendo en un modo muy interesante de estructurar nuestra presencia y nuestra identidad online.
Las tres prácticas (blogging, twitting y facebooking) se integran y complementan con bastante naturalidad: tu blog puede republicar tu Twitter (LoudTwitter), tu Twitter puede republicar tu blog (TwitterFeed) y tu perfil de Facebook puede integrarlos a ambos (aplicaciones Twitter y MyBlog) al tiempo que te permite representar comunidades en grupos (por ejemplo, eCuaderno readers).
El consumo de fuentes RSS, una actividad intrínsecamente ligada al blogging, se proyecta igualmente sobre las otras dos prácticas. Tanto en Twitter como en Facebook podemos compartir lo que estamos leyendo (por ejemplo, republicando nuestros shared items de Google Reader). Finalmente, tanto Twitter (mi RSS y mi RSS con friends) como Facebook (Suscriptions) generan feeds que podemos consultar desde nuestro lector.
El tiempo para consumir, producir, encontrar, guardar y recuperar información, parece ser el único recurso cada vez más escaso en este renovado juego de la comunicación.