El trípode tecnológico que conforman la digitalización (ordenadores), la conectividad (red) y el acceso móvil (smartphones) abre a las personas, a los medios y a las organizaciones a un entorno descentralizado de generación y exposición permanente a los flujos informativos.
La comunicación entre personas a través de plataformas públicas como las redes sociales convierte a las personas en medios de comunicación y a sus nombres o identidades en marcas. ¿Cómo se construye, se protege y se transforma la identidad personal en el mundo digital? ¿Cómo se asegura la memoria, la privacidad y la intimidad y cómo se garantiza el olvido cuando se comparte información vital en plataformas ajenas? ¿Cómo se legan bienes digitales, cómo se recupera la identidad perdida o robada?
Las organizaciones (instituciones y empresas) también se han convertido en medios al mismo tiempo que han perdido la capacidad de gestionar en exclusiva el discurso acerca de su propia identidad y valores. Los usuarios de las redes interpelan a las marcas y las convierten en objeto de conversación, de crítica y eventualmente de elogio o de ataque. ¿Cómo se gestiona la identidad distribuida de las organizaciones? ¿Cómo se construye, se protege y se transforma la reputación en el mundo digital? ¿Cómo se mide la influencia de los interlocutores en las conversaciones en red?
Los medios de comunicación se reacomodan con dificultad a un entorno que castiga las intermediaciones ineficientes y las sustituye por otras, no necesariamente mediáticas. Las grandes empresas tecnológicas se transforman, inicialmente a su pesar, en media companies, ya que su negocio y su marca cada vez depende más del contenido (valor) aportado por sus usuarios.
El periodismo quiere ser ciudadano, la publicidad quiere ser contenido, la propaganda quiere ser participación, el entretenimiento quiere ser interactivo, los usuarios quieren ser medios, los medios quieren conversar. Los viejos paradigmas que definían las identidades y funciones de los agentes de la comunicación pública han saltado por los aires y hoy toca repensarlos con cierta urgencia.
Actualización: Juan José García-Noblejas propone Repensar la comunicación pública desde la identidad personal y Álvaro Abellán plantea Identidad personal, mundo digital y comunicación pública.