Acaban de publicarse las conclusiones de las II Jornadas Internet y Solidaridad:
Vamos hacia un nuevo paradigma de funcionamiento: de la sociedad jerárquica a la sociedad en red: informacional, comunicacional, organizativo…
Este nuevo paradigma nos puede conducir al individualismo o bien a una responsabilidad individual en la construcción colectiva
Internet es una revolución histórica equiparable a la revolución industrial, que afecta ya el mundo off-line más allà del on-line
Es necesario definir una ciudadania en Internet, ligada a los derechos pero también a las responsabilidades individuales y colectivas
Hay una falta de cultura de Internet, que redunda en una baja intensidad de uso y un escaso debate a su la rededor, de sus aplicaciones y repercusiones
Son posibles (¿compatibles?) dos enfoques para acercar Internet al usuario: como un bien de consumo, y entonces hay que escuchar la demanda y ver qué necesita; o como un medio de progreso, donde hay que saber ver qué neceistará, concentrando los esfuerzos en hacer buenos diagnósticos que partan de necesitades y demandas de la comunidad
La apropiación de la tecnología como elemento de transformación social, no al contrario: la tecnología como consecuencia de un proyecto (social), con una ciudadanía activa y productiva
No buscar soluciones tecnológicas para los problemas sociales
Hacer el paso de los derechos humanos/individuales, a los derechos colectivos/de la comunidad
Es prematuro saber hacia dónde va Internet porque es un fenómeno demasiado recente: es, pues, prematuro, complicado, arriesgado hacer grandes políticas de infrastructuras sin saber dónde se va
La estratificación digital tiene diferentes dimensiones (territorial, de género, de edad, socioeconómica, cultural, psicológica, tecnológica…) que hace que las soluciones no sean comprehensivas
El acceso, la difusión y compartición del conocimiento como un derecho fundamental y requisito necesario para el desarrollo. Al fin y al cabo, el conocimiento no es un bien escaso ni competitivo (p.ej. como el agua)
La mundialización y las TIC han hecho complejas las normativas, subvirtiendo las jurisdicciones de legisladores con legislados. Sin embargo, también ha abierto las puertas a la participación y la voz de la sociedad civil
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