La implosión de Twitter y la explosión de Mastodon cambia todo el ecosistema digital y alumbra el choque entre dos culturas contrapuestas.
Al estilo de Te lo resumo así nomás: Mastodon no es UNA red social. Mastodon no es como Twitter. Mastodon no quiere ser como Twitter.

Mastodon es la respuesta a la pregunta ¿Cómo habría sido Twitter si lo hubiera desarrollado la comunidad del software libre?
Y esa pregunta –y su respuesta implementada en código– se remonta a 2016, es decir, 6 años antes de que Elon Musk iniciara el #TwitterHell.
La ¿gestión? de Musk provocó primero un goteo, luego una desbandada y finalmente una estampida de usuarios en busca de nuevos hogares digitales.
Es precisamente la masiva y repentina llegada a Mastodon de usuarios procedentes de Twitter lo que está produciendo un choque de culturas de nivel big bang.
Los #TwitterImmigrants llegan al universo de los #Mastodonians y pretenden trasladar allí su cultura y sus prácticas digitales, que son –justamente– aquellas de las que La Federación había pretendido alejarse al formar sus planetas.
Este choque cultural se expresa, por ejemplo, en la proliferación de conversaciones sobre Twitter (#BirdSite), en las peticiones de ayuda (#MastodonHelp) y tutoriales (#FediTips) para los recién llegados. También en el rechazo hacia las prácticas heredadas de una vida digital desarrollada al amparo de la internet comercial, dominada por los gigantes tecnológicos (#BigSocial).
A la vez, crece la prevención de los nativos del #Fediverso ante los periodistas y los medios (un puñado de instancias han bloqueado los contenidos provenientes de la instancia journa.host).
Como se trata de una red federada en la que cada instancia (no le llaman servidor porque realmente un servidor puede alojar varias instancias) decide con qué otras se comunica y a cuáles rechaza, es previsible que en Mastodon se sigan formando archipiélagos y se multipliquen las islas.
Volviendo a las aclaraciones del comienzo, hay que advertir que Mastodon no debería ser necesariamente el destino natural de quienes emigran de Twitter. No tiene por qué serlo. No es la alternativa. No es la siguiente fase de Twitter. No es el nuevo Twitter.
Ahora bien, aquellos usuarios que estén dispuestos a sortear la carrera de obstáculos que representa incorporarse a Mastodon y aprender sus técnicas y su cultura (desaprendiendo parte de las heredadas) se encontrarán en un ambiente que, a los viejos rockeros de internet, nos trae los recuerdos de las comunidades de Usenet, de los comienzos de la Web y, por supuesto, de la revolución de los blogs.
Finalmente, Mastodon –con su intencionada complejidad, diseñada para ser antiviral– es también la principal puerta de ingreso a un universo de plataformas basadas en protocolos abiertos que van mucho más allá del microblogging. En el Fediverso se encuentran las «versiones» open source de YouTube (#PeerTube), de Instagram (#PixelFed), de Reddit (#Lemmy) y muchos otros proyectos que demuestran que internet puede ser diferente a la red en la que nos hemos pasado los últimos treinta años.
Está claro que el Fediverso le ha tomado la delantera al Metaverso, pero –justamente– una arquitectura de federación de servidores podría ser la forma de afrontar la gestión de la enorme carga computacional que requerirá la construcción y la habitabilidad del próximo mundo virtual.