Contribución de Mario Tascón al libro 80 Claves sobre el futuro del periodismo (Anaya Multimedia/800BOOKS, Madrid, 2011, p. 91):
Redacciones en Red
No hay mejor forma para vivir en una red que tener su misma forma. Este principio básico de la topología debería aplicarse a las organizaciones creativas humanas que quieren desarrollar su labor en Internet.
¿Por qué no adquirir esa forma también en las redacciones que preparan información? No parecen funcionar los modelos jerárquicos que tan útiles fueron en el mercado de la escasez, pero que ahora se anquilosan y vuelven torpes en el de la abundancia.
David de Ugarte, en su libro El poder de las redes, ya avisa de ese cambio estructural en las organizaciones de todo tipo (claramente visible en las estructuras sociales) haciéndonos visualizar esas nuevas formas en grupos de personas y no solo en entornos informáticos.
La dificultad para entender y poner en marcha esas estructuras está precisamente en que su visualización no es sencilla ya que son como los líquidos: dúctiles y maleables (precisamente esa es su fuerza) y no tienen en realidad una forma definida.
Esas redacciones ya no responderán a las estructuras jerárquicas (director / adjuntos / subdirectores / redactores-jefe / redactores / ayudantes) sino que estarán formadas por personas que conectan con otras áreas, organizaciones o redes. Serán descentralizadas y la línea más recta no es la más larga.
El núcleo de las redacciones del futuro será mucho más pequeño (menos personas) y con más funciones de gestión del trabajo de otras partes de la red. La conexión con otras redes se hará en todos los sentidos: hacia otras estructuras informativas globales y con pequeños grupos periodísticos locales. El intercambio de material intelectual formará parte del pago entre unos y otros grupos en un ecosistema económico en el que el trueque vuelve a adquirir importancia a la par que el dinero.
Recientemente alguien contaba que la reunión semanal de The Economist es una amena discusión de dos horas en las que participa todo el que quiere. El que menos habla es el director, que escucha para intentar luego ordenar el flujo de ideas que se ha producido.
No sé si será un sistema correcto, pero parte de la causa de que las topologías de red funcionen es que se produce comunicación bidireccional entre muchas de sus partes. Parece que esas conversaciones le van bien a las nuevas organizaciones. Si las extienden a través de redes sociales y el diálogo digital con sus lectores habremos inventado las redacciones del futuro.