Los altavoces inteligentes como Echo (de Amazon), Google Home (de Google), HomePod (de Apple) y Harman Kardon INVOKE (de Microsoft) han llegado para quedarse, y las voces de los asistentes virtuales que encarnan (Alexa, Google Assistant, Siri y Cortana) ya forman parte del entorno sonoro de muchos hogares en todo el mundo.
Desde el lanzamiento de Amazon Echo en noviembre de 2014, los Estados Unidos lideran la adopción de altavoces inteligentes, que ya alcanzan al 26% de los usuarios de internet en ese país.
Interactuar mediante la voz con un dispositivo inalámbrico asistido por una inteligencia artificial se está convirtiendo en la forma más natural de navegar y acceder a los contenidos y servicios de la red.
Basta recordar el trascendental impacto del buscador Google (1998) en el proceso de adopción masiva de la web, para vislumbrar la importancia que pueden tener los altavoces inteligentes para facilitar el acceso y la asimilación social de la inteligencia artificial.
Las voces amables y cercanas de los asistentes virtuales están contribuyendo a la transformación de las relaciones de los usuarios con la informática al sustituir las interfaces del ratón, el teclado y la pantalla y dar lugar a una interacción de tipo conversacional que es la que, de manera natural, guía la comunicación interpersonal.
Pero, a pesar de que se recurra a la conversación como metáfora, los usuarios de estos dispositivos están aprendiendo mediante el ensayo y el error, que en realidad no están conversando con una máquina, sino dándole instrucciones mediante la voz.
El tercer episodio de la quinta temporada de la serie distópica Black Mirror (“Rachel, Jack y Ashley Too”) convierte en protagonista de la ficción a un altavoz inteligente dotado de movilidad, que permite vislumbrar el próximo paso de la evolución tecnológica que va desde los asistentes virtuales a los robots domésticos.
En efecto, el abrir las puertas de nuestros hogares a los altavoces inteligentes, no solo estamos dando entrada a la inteligencia artificial, sino que también nos estamos preparando para la robótica autónoma. El dispositivo que, inicialmente, es un altavoz, pronto será reemplazado por otro de tipo audiovisual y más temprano que tarde, adoptará la forma de un androide al que trataremos como a una mascota, tal como ocurre con la muñeca Ashley Too en la serie.
Como todas las innovaciones que finalmente adoptamos, también la popularización de los altavoces inteligentes en los hogares plantea cuestiones que no deberían ser soslayadas: cómo se habla con una máquina, cómo se gestiona la soledad cuando se dispone de una máquina parlante, cuánto aprende y cómo escucha el nuevo intruso tecnológico y cómo utilizarán las compañías fabricantes esa información en el futuro.
Del mismo modo que el mando a distancia del televisor cambió la conducta de los usuarios (facilitando prácticas como el zapping), el empleo de la voz como nuevo “mando a distancia” de la tecnología circundante también tendrá efectos sobre los modos de consumo de contenidos y, posiblemente, sobre nuestras conversaciones interpersonales.
Primero, aprenderemos que Alexa o Siri no son personas y luego, tendremos que recordar que no podemos hablar a la personas del mismo modo que interactuamos con un altavoz, por más inteligente que sea.
Publicado originalmente en Protege tu corazón (26/6/19). Anterior: Maratones de series: nuevos consumos televisivos.