El aislamiento forzado, la hiperconectividad y el bombardeo de información sobre el coronavirus, aportan valiosas lecciones y temas en los que habrá que seguir pensando.
1) Somos más frágiles de lo que pensábamos
La pandemia está poniendo de relieve nuestra fragilidad, personal y social, y también nuestra interdependencia como comunidad. Las enfermedades epidémicas son uno de los perfiles de riesgo de un mundo globalizado por los transportes y la logística.
Muchas de las cosas grandes y pequeñas que dábamos por supuestas, se han visto trastocadas. Ahora nos toca recalcular y tomar decisiones para que la próxima pandemia nos encuentre mejor preparados y más solidarios.
2) La trampa de la “nueva normalidad”
El mantra de la “nueva normalidad” parece haber sustituido al de la “transformación digital”, aunque en el fondo están relacionados. Estamos transitando la pandemia sin un horizonte de salida claro, pero acelerando procesos de cambio basados en la hiperconectividad, como el teletrabajo, la educación a distancia y el comercio electrónico.
Al mismo tiempo, estamos cayendo en la cuenta de que muchas cosas que considerábamos “normales” no lo eran, y que “la novedad” anunciada para un futuro indeterminado, en realidad, forma parte de “lo normal” (que es incierto, cambiante y frágil).
3) Sobredosis de conectividad y anhelo de abrazos
Con algunas semanas de aislamiento a las espaldas se empieza a notar el estrés que produce la sobrecarga de teleconferencias y la extensión de los horarios laborales que genera el teletrabajo.
La tecnología nos ayuda a sobrellevar el confinamiento, pero a la vez, esta sobredosis de conectividad revela por contraste el valor de las actividades presenciales y de los espacios compartidos.
Por otra parte, la pandemia hace evidentes las desigualdades económicas y tecnológicas a nivel global, regional y local. La brecha digital aleja a muchas personas de las posibilidades de vincularse socialmente, de teletrabajar o de continuar su educación a distancia.
4) Más periodismo y menos bulos
El virus que está afectando a la comunicación y a los medios es la “infodemia”. Por una parte, se produce saturación informativa, y por otra parte, proliferan los bulos y las noticias falsas.
Estas “patologías de la información”, como les llama García-Noblejas, no son nuevas, pero en la actual situación se están convirtiendo en muy dañinas, cuando no directamente letales.
Los medios de comunicación y, en particular, el periodismo tienen en esta crisis la ocasión de demostrar su valía social, su función de control del poder y su dimensión educativa.
5) Retos en economía, política y ciencia
El impacto económico de la paralización de amplios sectores de la actividad ya se está notando, pero desgraciadamente solo es el comienzo. En el caso de España, por ejemplo, el PIB del primer trimestre del año ha caído un 5,2% incluyendo solo los primeros 15 días de confinamiento. En este ámbito, en particular, es donde Europa tendrá que mostrar su fortaleza estratégica.
La gestión política de esta crisis está revelando unos niveles de improvisación y de amateurismo que no parecen propios del siglo XXI. Gobiernos que reaccionan muy tarde y a los tumbos, partidos políticos que mantienen sus batallitas ideológicas y un sinfín de rencillas cortoplacistas entre autoridades locales, regionales y nacionales. Percibo una gran decepción ciudadana hacia la clase política en asuntos en los que las malas decisiones, los retrasos y los cambios de rumbo, están causando muertes todos los días.
Es la hora de la ciencia, y consecuentemente de las universidades y de los centros de investigación. La ciencia necesita más apoyo y los científicos tienen que tener mayor protagonismo social, educativo y político. No se puede seguir improvisando y no se debería perder de vista que el horizonte no es la supuesta “nueva normalidad”, sino la segura nueva pandemia.
Publicado originalmente en Protege tu corazón (25/5/20). Anterior: ¿Qué estamos aprendiendo de esta crisis?