Ideas para que docentes y alumnos puedan gestionar mejor su relación con la tecnología en el aula (versión adaptada).
Francia comenzó el curso escolar estrenando la prohibición del uso de móviles en colegios e institutos, mientras que España ha anunciado que estudiará el problema.
La polémica está servida porque los límites de la medida son difusos (qué dispositivos, hasta qué edades, qué se considera “uso pedagógico”, etc.) y porque sigue sin resolverse la cuestión de fondo que es la necesaria alfabetización digital de las nuevas generaciones.
La preocupación de los padres y la defensa de los maestros parece estar en el origen de una disposición que enfrenta a los expertos porque no hace más que sustraer el problema del único ámbito en el que puede enfrentarse a tiempo, que es el escolar.
Como siempre, es más fácil demonizar la tecnología que hacer las preguntas correctas, como quién va a educar en el uso prudente de la conectividad a los alumnos y qué aplicaciones didácticas pueden sacar partido del enorme potencial cognitivo de dispositivos como las tabletas, los relojes inteligentes, los sensores de actividad y, por supuesto, los móviles.
No se trata de promulgar una “barra libre” de conectividad en clase, sino de asumir que una “ley seca” no es una solución razonable, pues solo sirve de coartada para los que tienen miedo a cambiar.
Si la alfabetización digital supera la capacidad de los padres y tampoco se asume en las instituciones educativas, entonces no debería extrañarnos que los problemas que la prohibición busca atajar solo queden ocultos bajo la alfombra.
Hay que abordar en clase temas como la construcción de la identidad digital a partir de los contenidos que se comparten y del lenguaje que se utiliza, hay que analizar prácticas nefastas como la popularización del discurso del odio y del acoso, hay que capacitar a las nuevas generaciones para detectar y filtrar noticias falsas, hay que entrenarles en técnicas de autodefensa frente a las vulneraciones de seguridad, suplantación de identidad y robo de dispositivos.
Por otra parte hay que integrar en un sentido positivo a las nuevas herramientas tecnológicas como recursos didácticos al igual que se hizo con los libros, los mapas, las bibliotecas, los laboratorios y las salas de ordenadores.
Hay que aprender a enseñar de nuevo y eso es algo que aterra a los maestros porque les sitúa en un territorio desconocido y les obliga a enfrentar curvas de aprendizaje aceleradas. Pero hay que hacerlo.
Al dejar fuera del aula los dispositivos de la conectividad, también estamos dejando fuera de la escuela la responsabilidad de educar a los estudiantes acerca de las tecnologías que, de modo más radical, ya definen su mundo y su cultura.
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Publicado originalmente en Protege tu corazón (10/9/18). Anterior: Lecturas sobre alfabetización digital.